"Los abrazos rotos" es un formidable gazpacho cinéfilo de melodrama puro -y noir- a lo Douglas Sirk, pizca de Fassbinder, y parte de Cassavetes, aderezado del humor único y genial en este manchego universal -que diría el tópico-. Aunque aquí de tópicos, nada. De nuevo Almodóvar hace estallar en la pantalla algo único, otro relato casi hipnótico filmado en estado de gracia, compuesto por una multitud de pequeños detalles que habitan, a ratos de forma magistral, una historia de amor, pérdida y culpa atemporal. Casi a la altura de sus obras mayores, aunque sin alcanzar momentos de emoción deslumbrante, el cerebro de este director singular compone colores, encuadres y diálogos para crear su peculiar arte en la pantalla, manejando contenido, tiempo y espacio bajo una estricta voluntad. Y de nuevo, acompañando la brillantez de su guion y dirección, unos personajes centrales colosales (sin palabras para las recreaciones de Homar y Cruz), y una colección de secundarios de gran fuerza e intensidad, que parecen tener un pasado y un futuro antes de asomarse ante nuestras pupilas. Pasión (algo fría), dolor y comicidad vuelven a alternarse de forma natural consiguiendo conquistar cada fotograma, para terminar todos fundiéndose en un conjunto que arrebata por la propia esencia de la propuesta: "ser" un film de Pedro Almodóvar, como avisan unos títulos de crédito en los que sólo aparece su nombre.
Pablo Kurt: FilmAffinity